Las modernas de Ruth Prada
Su amiga ya era una mujer casada. Ahora Julieta podría hacer lo que quisiera, de hecho, esa noche entraría con Luis en la habitación de un hotel; podría desabrocharle la camisa y dejar que le quitara el vestido, pedir una botella de champán y beberla en la cama, y nadie podría acusarla de nada. Qué suerte la suya, ya no tendría que ir buscando rincones oscuros, por fin podría hacer lo que le diera la gana con todas las de la ley. |