Entresombras y la llave maestra de Roberto Aliaga Sánchez
Al oír los pasos tras la puerta, Daniel aguante la respiración y se quedó quieta como una estatua. Quien quiera que fuera intento entrar forcejeando varias veces con la manivela. Pero estaba echando el pestillo. Un ridículo vestido de aseo escolar. - No, por favor- suplico la niña mordiéndose los labios- que no seas quien no quiero que seas... Por favor, por favor. Al cabo, la manivela volvía a su posición original y la persona del otro lado entró en el cubículo en contiguo, el más cercano a las vidrieras quedaban al patio del colegio. No cerró la puerta ni tiró de la cadena. |