Entresombras y la llave maestra de Roberto Aliaga Sánchez
Cinco minutos después de que la última de las puertas de la tercera planta se cerrara, Daniela decidió hacer salir de su escondite y camino de puntillas hacia el aula. Distanciandose lo suficiente para no ser vista, se asomó por el ojo de buey de la puerta. La mesa estaba vacía. No la suya, eso era evidente. Se trataba de la mesa de Mateo. Una vez más estaba vacía. Si el chico hubiera asistido a clase, Daniela habría entrado pidiendo disculpas, fingiendo que se había dormido. Nadie está libre de que se le peguen la sábanas... ¿no es cierto? Ese era el plan. La primera fase de su plan realmente. Pero como Mateo no estaba allí, frente al encerado, había que poner en marcha la segunda fase: ir a buscarlo. |