Robert Brasillach es patrimonio de Francia.
Patriota y niño prodigio que levantó incluso la envidia y los celos de los buques insignias con los que a veces se le compara (Céline y Drieu de la Rochelle) pero que no ha gozado del mismo trato que estos.
Finalista del Premio Goncourt en 1939, su pluma, sin embargo —a pesar de ser sublime su forma de escribir y su sensibilidad no es tan
conocida como las sombras y polémicas que rodearon a su persona.
Crítico de cine, responsable de la crónica literaria de Acción Francesa y autor de novelas y un poemario fantástico, a partir de 1939 dirigió el combativo periódico Je suis partout.
Seis años más tarde, en un juicio rápido por colaboracionismo con los nazis, fue condenado a muerte a pesar de que intelectuales de todos los signos políticos firmaron una petición para que el General De Gaulle le conmutara la pena.