La dama del lago de Raymond Chandler
"El empleado de la recepción ladró a espaldas de Degarmo como un foxterrier: —Un momento, por favor. ¿A quién desean cumplimentar? Degarmo giró sobre los talones y me miró sorprendido. —¿Ha dicho cumplimentar? —Sí, pero no le pegue. La palabra existe. Degarmo se pasó la lengua por los labios. —Sabía que existía. Lo que no sabía es que se utilizara. Oiga, amigo —le dijo al empleado—, subimos al 716. ¿Tiene algo que objetar?" |