El hombre ilustrado de Ray Bradbury
La vida termina como el resplandor de un film, una chispa en una pantalla. Todos los prejuicios y pasiones se reducen y se encienden por un instante en el espacio, y antes que se pueda gritar: - Aquél fue un día feliz, aquel otro un día desgraciado, aquella era una cara malvada, aquella otra una cara bondadosa-, sólo quedan del film unas pocas cenizas. La pantalla se oscurece. |