Pilar Muñoz Álamo

Pero los problemas no existen por sí mismos, nosotros los creamos con nuestra forma de encarar la situación. Unos la normalizan y otros no. He ahí la riqueza de la condición humana.

Pero era cuestión de instinto. Maternal, si podía llamarse así. Ese que te incita a arropar a los tuyos hasta el punto de intentar paliar las consecuencias de sus actos como si los hubieras cometido tú, con la sensación inconsciente, y hasta incoherente, de pensar que si restituyes el daño que le han producido a otros, tus hijos no parecerán tan malas personas como en realidad son.

El corazón no le hace caso al tiempo, es el único al que no le importan los relojes. A algunas personas les exige años para abrirse y en otras es capaz de hacerlo en un suspiro. Él tiene sus propias razones; aunque la cabeza no las entienda

-Sí, me enamoré. Con el tiempo supe que enamorarse no es querer y, mucho menos, amar.

Que hay amores que nos llegan a destiempo. Unos llegan tarde, cuando tu vida está hecha. Y otros llegan demasiado pronto, cuando todavía no tienes madurez suficiente como para saber a lo que te enfrentas, lo que tienes entre manos.

No podemos esperar que los demás nos amen si no demostramos querernos a nosotros mismos, si no demostramos que somos merecedores de ese amor.

—Llevo todos estos años repitiéndome que fue un amor idílico, de esos de película que no llevan a ninguna parte.

Mientras los labios callan, los ojos encierran verdades imposibles de ocultar

Lo que uno pretende expresar no siempre es lo que el otro entiende.

Las lecciones se enseñan, pero cada uno las aprende a su manera