50 palos: ... y sigo soñando de Pau Donés
Por eso, cuando tengo días tristes, procuro pasarlos solo. Porque de vez en cuando me gusta estar triste, disfrutar de ese momento en que la melancolía se apodera de tu emotividad. En mi caso, la tristeza potencia la sensibilidad y aprovecho para recogerme y reflexionar sobre las pequeñas cosas por las que he pasado sin pensar, para quitar el pie del acelerador y concentrarme en las que, de la mano de la tristeza, me hacen sentir bien.
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