El árbol de las cerezas de Paola Peretti
Me parece que es una pieza difícil porque dura mucho, y me gustaría poder ver cómo se mueven sus manos mientras esta música preciosa se me mete en la cabeza, me toma de la mano y me dice que vayamos a correr juntas, como si fuera amiga mía. Y yo corro, corro sobre un teclado larguísimo que se convierte en una playa, y cada nota es una ola, y yo salto sobre las olas, entre ellas, y me convierto en un delfín, libre. La música mueve el mar entero, el mar hace lo que la música quiere. Cuando abro los ojos, ha llenado también la sala entera, hasta el techo, de flores subacuáticas y flotantes de vivos colores; después el sonido desciende, como la voz del señor que lee libros en mi reproductor de MP3, formando gotas muy límpidas, y al final se vuelve pequeña y azul, una lágrima en mi rostro que me resbala por la mejilla y me moja el cuello del vestido.
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