La aquileida de Padilla Libros
Pero el fiero Eacida, apenas descubre al alcance de su mano el destellante escudo, Cincelado con imágenes de batallas (y que casualmente estaba tiznado de rojo con los cruentos vestigios del combate), apoyado sobre la lanza, bramó y torció el gesto, y los cabellos se erizaron despejando su frente; en ninguna parte las consignas de su madre, ningun resquicio al amor oculto: Troya ocupa todo su corazón.
|