Hasta que puedas quererte solo de Pablo Ramos
Escribo estas palabras con las manos endurecidas. El cuerpo tiene sed y el alma se siente sola, pero me siento mejor al rememorar las palabras de mi anfitrión (el hombre que lo acogió en 1997 para la primera reunión de Adictos Anónimos), las palabras que me dijo el compañero cincuentón, ese que el azar quiso que yo nunca volviera a ver, ese del cual no recuerdo casi nada, excepto lo que me dijo « pase lo que pase vos vení, que acá te vamos a querer, hasta que puedas quererte solo ».(página 12)
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