El origen de la tristeza de Pablo Ramos
A mitad de cuadra, justo al pie de un gomero, me dijo que ése era el lugar. Trepamos al árbol y del árbol nos pasamos a la cornisa del paredón donde sobresalía un balconcito que parecía el de Romeo y Julieta. Rolando me dijo que antiguamente había sido un puesto de vigía. Yo no estaba de ánimo para preguntarle qué mierda habían querido vigilar en un cementerio, pero él me contaría más tarde que los puestos se habían construido un siglo y pico atrás, durante la epidemia de fiebre amarilla, cuando los primeros pobladores del barrio, por ignorancia, habían querido incendiar el cementerio.
|