El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Existe el lujo de reprocharse a uno mismo. Cuando nos culpamos sentimos que nadie más tiene el derecho a hacerlo. Es la confesión, no el sacerdote, lo que nos da la absolución.
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El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Existe el lujo de reprocharse a uno mismo. Cuando nos culpamos sentimos que nadie más tiene el derecho a hacerlo. Es la confesión, no el sacerdote, lo que nos da la absolución.
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