El retrato de Dorian Gray de Oscar Wilde
Una extraña sensación de terror se apoderó de mí. Supe que tenía delante a alguien con una personalidad tan fascinante que, si yo se lo permitía, iba a absorber toda mi existencia, el alma entera, incluso mi arte. [...] Algo parecía decirme que me encontraba al borde de una crisis terrible. Tenía la extraña sensación de que el Destino me reservaba exquisitas alegrías y terribles sufrimientos.
|