No lo llames deseo de Noelia Amarillo
Y Calix no pudo evitar desear tener lo que tenían ellos. Esa complicidad, ese amor incondicional, esa confianza ciega el uno en el otro. Pero eso no era para él. Había descubierto por las malas que el amor dolía, que no era un cuento de hadas, sino un relato de terror. Que el amor amordazaba, amortajaba e incluso amorataba si se empleaba la suficiente fuerza. Que amar era, como bien decía la canción, el empiece de la palabra amargura.
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