Orquídeas para Perséfone de Nieves Guijarro Briones
Salimos al exterior y cerramos la puerta detrás de nosotros. No pude evitar una mueca de asombro al contemplar la inmensidad que se desplegaba ante mis ojos. Aquello era un territorio vacuo, si es que podía ser allamado así. No existía el frondoso jardìn, ni los pensamientos lucían ahora su esplendoroso manto cromático.
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