La mujer con dos ombligos de Nick Joaquín
Y el mundo se esforzaba por salvarlo ahora como se había esforzado por salvarlo durante toda su vida. Los monjes se levantaban en la noche gélida para rendir culto, pues él había rezado muy poco. Respetaban el silencio porque él había parloteado sin sustancia. Esclavizaban su carne porque él se había dejado esclavizar por la suya. Las monjas ayunaban (para expiar su gula) y eran castas (para expiar su lujuria) y se humillaban (para expiar su orgullo). Pues la solidaridad humana es tal que dondequiera que uno falle los otros pueden compensar su falta, y la virtud de un solo miembro alimenta a todo el cuerpo.
|