Stardust de Neil Gaiman
Descubrió que sus manos se enredaban, casi por voluntad propia, entre el pelo húmedo de la estrella. Se preguntó cómo era posible que hubiese tardado tanto tiempo en darse cuenta de que ella le importaba tanto, y se lo dijo, y ella le llamó idiota, y él declaró que era lo más maravilloso que habían llamado jamás a hombre alguno
|