Vientos de Escocia de Miranda Bouzo
Ayr puso los ojos en blanco. Tenía que añadir gruñón a la lista de defectos, ahora empezaba a ser larguísima: arrogante, guapo, testarudo, valiente, mandón, tierno… De su boca escapó un soplido muy poco femenino. Lo odiaba, era casi perfecto.
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