Anoxia de Miguel Ángel Hernández
¿Qué hay más inevitable y habitual que la muerte? Lo anómalo y lo terrorífico es tratar de quitarla de en medio, ocultarla y hacer como si no existiera. La fotografía mortuoria constata la única certidumbre que tiene el ser humano: su caducidad. Es una memoria del último momento, un intento de apresar la imagen del cuerpo antes de que desaparezca. Lo único que convierte ese acto de amor en una costumbre morbosa es la mirada actual.
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