La buena esposa de Meg Wolitzer
Sus párpados tenían una cualidad violácea, casi translúcida, que los hacia parecer incapaces de mantener el mundo a oscuras. Tal vez eso fuera de escritor: poder ver incluso con los ojos cerrados.
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La buena esposa de Meg Wolitzer
Sus párpados tenían una cualidad violácea, casi translúcida, que los hacia parecer incapaces de mantener el mundo a oscuras. Tal vez eso fuera de escritor: poder ver incluso con los ojos cerrados.
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