El escupitajo de Marzia Sabella
(...) lo suyo fue una guerra contra la mafia, el Estado y la Iglesia. Lo recordaba siempre. Sola, vestida de negro para que los muertos legitimaran su grito. Sola con el miedo que se oculta tras la arrogancia. Sin filósofos ni sabios que se hicieran eco, sin ojos compasivos y lúcidos que le llenaran el vaso. Sola, después de la derrota, en un piso demasiado grande y silencioso para los muchos días por vivir, con una montura demasiado pesada para no llevar más que alforjas vacías. Pero había hecho lo que debía, en nombre del padre y del hijo asesinados sin el espiritu santo.
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