Simplemente mágico de Mary Balogh
Él bajó la mano y desató las cintas de su sombrero. Luego lo empujó hacia atrás y éste cayó sobre la hierba detrás de ella. Susana sintió el aire cálido sobre su rostro y fresco a través de su pelo ligeramente húmedo. Él tomo su rostro con ambas manos y lo atrajo hacia sí. Ella relajó la rigidez de sus piernas y se volvió, arrodillándose junto a él. Entonces sus labios se rozaron de nuevo. Fue un beso breve —e impactante— como el último. |