La gatta bianca de Marie-Catherine d`Aulnoy
Tenía la cabeza tan gorda como un cañón y su nariz era tan grande que llevaba en ella una docena de pájaros, cuyo gorjeo le divertía; su barba estaba tan enmarañada que los canarios hacían dentro sus nidos, y las orejas sobresalían de su cabeza por lo menos un codo.
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