La gatta bianca de Marie-Catherine d`Aulnoy
(El príncipe) era muy amable, de temperamento alegre y divertido; tenía una cabeza admirable, noble el talle, las facciones regulares, hermosa la dentadura y una gran habilidad para todos los ejercicios propios de un príncipe: cantaba admirablemente, tocaba el laúd y la tiorba con una delicadeza que cautivaba, sabía pintar; en una palabra, era un hombre cabal
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