Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
(…) todo lo que tenía para preguntarle se quedaba suspendido en la oscuridad de la habitación, en la lamparita que titilaba, en la incomodidad de dos cuerpos juntos que querían estar separados.
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Nuestra parte de noche de Mariana Enríquez
(…) todo lo que tenía para preguntarle se quedaba suspendido en la oscuridad de la habitación, en la lamparita que titilaba, en la incomodidad de dos cuerpos juntos que querían estar separados.
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