¡Que me detengan! de Mariah Evans
(…) No era justo que ella estuviese pasando por una ruptura, que llevase más de un mes sin una caricia o un abrazo y acabar justo al lado de un piso en que su inquilino no paraba de tener encuentros amorosos subidos de tono, tanto que hacía gritar a las chicas de forma exagerada. —Están fingiendo seguro —comentó malhumorada mientras aceleraba el paso. |