Mariah Evans

La vida es un viaje, y, si te enamoras del viaje, estarás enamorado para siempre.

Suspiró e intentó relajarse. Era una compañera de trabajo, al igual que las otras, aunque ella era especial. La amistad y la confianza que tenía con ella no la tenía con ninguna otra y eso era algo que no quería perder. Le gustaba lo divertida que era, cuando se ruborizaba ante sus comentarios, cuando lo miraba mosqueada o simplemente cuando le sonreía de aquella forma tan tierna que hacía que su corazón latiese desbocado.

Un libro con una evolución gradual en todo momento con el desarrollo de los personajes y la trama que nos cuenta. Es una lectura entretenida, fluida y amena que te atrapa desde el inicio y que siempre tienes la sensación de que se van a quedar detalles por el camino pero la autora juega con ese suspende contra los pronósticos del lector.

Puede que la alejasen de su hogar, que le arrebatasen todo lo que había amado… pero en ese momento se hizo una promesa. Lucharía, lucharía por su libertad y por su futuro. Algún día volvería a Sevilla y le demostraría a su hermano que era más fuerte de lo que él imaginaba, que nadie merecía ser tratado así, como moneda de cambio.

Una amiga me ha hecho comprender que el tiempo no es importante, lo importante es cómo aprovechemos este tiempo. La felicidad no es vivir eternamente, sino aprovechar y disfrutar de la vida, vivir cada insante como si fuese el último..., junto a la persona que amas. Esa es la felicidad absoluta.

Que os la recomiendo 100%, ya que vais a disfrutar de una historia divertida, llena de emociones y aventuras, grandes momentazos de las antiguas civilizaciones, romance y pasión… y como intrigas con conspiración para conseguir el poder absoluto como buenos semidioses, o no.

Cuánto desearía decirle que aquello no era cierto, que él no deseaba aquella misión… que ella le importaba más de lo que podía demostrar, pero no podía decirle todo aquello. Solo complicaría las cosas.

Sin atisbo de duda, Vanessa superaba con creces sus expectativas, ya no solo físicamente, pues la primera vez que la había visto se había quedado prendado de ella, tanto en el atraco como al día siguiente en el juzgado. Ahora, además, debía añadir su forma de ser, la vulnerabilidad que desprendía, su porte, su sonrisa…
Miguel resopló, fue hasta su habitación, colocó la frente en el armario empotrado y se dio unos golpecitos en ella.
—No —Golpecito—. Te —Otro más—. Enamores de ella.

(…) Desde allí podía observar a la tripulación y, concretamente, la espalda de Chase. Se le veía tan guapo, tan atractivo… que si no fuese tan fanfarrón sería perfecto. Muchas dirían que su comportamiento tenía encanto, que denotaba seguridad en sí mismo, y no lo negaba, sabía que era buen chico y que gran parte de las cosas que le decía eran bromeando, pero por otro lado la ponía de los nervios.

(…) No era justo que ella estuviese pasando por una ruptura, que llevase más de un mes sin una caricia o un abrazo y acabar justo al lado de un piso en que su inquilino no paraba de tener encuentros amorosos subidos de tono, tanto que hacía gritar a las chicas de forma exagerada.
—Están fingiendo seguro —comentó malhumorada mientras aceleraba el paso.