Cuando no queden más estrellas que contar de María Martínez
Convertimos la vida en una maldita espera en la que no sucede nada, porque la mayoría de las cosas importantes hay que crearlas. No nacen de los anhelos, de los lamentos, de la autocompasión y, mucho menos, de la cobardía y la pasividad. La vida no nos debe nada. Nada. (Pág. 395) |