Cuando no queden más estrellas que contar de María Martínez
Un espíritu quebrado no se compone de trozos que se puedan pegar. Es como el agua que se escurre entre los dedos y se filtra en la tierra seca. Es la ceniza que queda tras el paso del fuego y se deshace con un pequeño soplo. Es un trozo de hielo bajo el sol. Desaparece y no hay modo de recuperarlo.
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