La semilla de la bruja de Margaret Atwood
Señor Duke, señor Duke. Es usted demasiado abstracto, estamos hablando de personas reales. No son cifras en su teoría estética del teatro, no son ratones de laboratorio, no son marionetas, tenga un poco de respeto. Pues claro que tengo respeto, responde en silencio Félix. Respeto el talento; el talento que de otro modo estaría oculto, y que es capaz de convocar el ser y la luz a partir del caos y la oscuridad. Para ese talento tengo tiempo y espacio; le permito tener un sitio y un nombre por muy efímeros que puedan ser, pero todo el teatro es efímero. Es el único respeto que reconozco. |