El cuento de la criada de Margaret Atwood
Pero yo envidio el tejido de la Esposa del Comandante. Está muy bien eso de contar con pequeños objetivos fáciles de alcanzar. Y ella, ¿Qué envidia de mí? No me dirige la palabra, a menos que no pueda evitarlo. Para ella soy una deshonra. Y una necesidad |