El cuento de la criada de Margaret Atwood
Un cuento es como una carta. Querido, diría. Sólo querido, sin nombre. Porque si agregara tu nombre, te agregaría la mundo real, lo cual es más arriesgado y más peligroso: ¿Quién sabe cuáles son tus posibilidades de supervivencia? Diré querido, querido, como si fuera una antigua canción de amor. Querido puede ser cualquiera. Querido pueden ser miles. Te diré que no corro un peligro inminente. Haré como si me oyeras. Pero no está bien, porque sé que no puedes. |