El oído absoluto de Marcelo Cohen
El verdadero realismo es la música, lo demás son datos. Realismo es que una obra, pongamos una muy conocida, Las cuatro estaciones, cambie con cada grupo que la interpreta, con cada persona que la escucha. Para mí es larga, para Fulano corta, para un violinista acelerada, otro la ralentiza… Siempre es la misma pieza, y siempre distinta… Y también mi vida es distinta ahora que ayer, aunque sea la misma vida. ¿O no? La Tierra también, y sin embargo ahora está más fría que hace diez mil millones de siglos… Qué sé yo. Realismo, che: un tema con variaciones, una melodía de treinta y dos compases, siempre con los mismos presagios, las mismas imposibilidades, la misma forma de alegrarse y de meter la pata… Pero si en vez de tocarlo despacio uno lo toca rápido, si lo sincopa, si por arriba o por abajo le arrima la misma melodía pero invertida, si la trenza con frases que la perturban o la alumbran, si le quita un compás y medio y en el hueco mete un comentario, parece nueva y se vuelve más soportable…
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