Y tú no regresaste de Marceline Loridan-Ivens
Pero yo volví a decir aquella frase después de la guerra, a pesar de lo que siguió, del miedo al gas, de los hornos crematorios, de las cicatrices imborrables en mi cabeza y en mi cuerpo, yo la volví a decir, más claramente todavía: te quería tanto que estaba feliz de ser deportada contigo. Y la puedo decir todavía. Porque con el tiempo, la sombra de los campos sobre mi vida se confunde con tu ausencia. Y es haber vivido sin ti lo que me pesa.
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