Sigo aquí de Maggie O'Farrell
Sabía que un día llegaría y no me asustaba; al contrario, la proximidad de la muerte me parecía casi familiar. Saber que tenía la suerte de estar viva, que con la misma facilidad podía haber muerto, cambió mi mentalidad. Seguir viva me parecía un regalo, un premio, una bendición: podía hacer con mi vida lo que quisiera. Y, además de engañar a la muerte, me habría librado de quedarme paralítica. ¿Qué otra cosa podía hacer con mi independencia, con mi condición ambulatoria, sino sacarle todo el provecho posible?
|