"Al despertar en el bosque en medio del frío y la oscuridad nocturnos había alargado la mano para tocar al niño que dormía a su lado". Me costó acercarme a esta novela, pero las excelentes críticas y abundantes recomendaciones me acabaron decidiendo a afrontar esta lectura. No me gusta el terror ni pasar un mal rato gratuitamente y en este caso es lo que me frenaba. Sin embargo una vez leída he de decir que indudablemente ha merecido la pena. A pesar de transcurrir en un mundo desolado, postapocalíptico donde el horror campea a sus anchas, no es esto lo que más me ha quedado del libro. Por encima de esta negrura, en todo momento ha destacado la humanidad y la ternura de un padre esforzado hasta el extremo en proteger y ayudar a sobrevivir a su hijo. Y por otro lado la bondad y la inocencia natural del hijo que saca del padre ese fondo de humanidad y de fe que habría perdido hace mucho si no hubiera sido por él. A pesar de la desolación absoluta que reina en todo momento hay belleza y mucha poética en las descripciones de un paisaje muy oscuro y hostil de naturaleza muerta y arrasada. La lectura fluye con un ritmo continuo como una corriente que transcurre sin descanso hasta el final. No hay capítulos y en muchos momentos resulta totalmente hipnótica. Sin embargo se lee en tensión continua. El peligro está siempre presente y te mantiene en vilo en todo momento. En resumen, un libro que deja poso y no deja indiferente. Un canto al amor paterno filial y a la ternura como fuerza para sobrevivir frente a las adversidades de la vida. Banda sonora escuchada durante la lectura: Mount A. Hildur Guðnadóttir. + Leer más |