La realidad y el deseo de Luis Cernuda
Antes de comenzar la guerra estaba yo para marchar a París, como secretario del embajador don Álvaro de Albornoz, además de su otro secretario, que era su hija, mi amiga Concha de Albornoz. Los acontecimientos precipitaron mi marcha y, no sin alguna posibilidad de que me ocurriera un lance que pudo poner término a mi viaje y a mi existencia, cosa entonces frecuente, llegué a París, donde estuve desde julio a septiembre. Entre los libros que compré entonces estaba la Antología Griega, texto griego y traducción francesa, editada en la colección Guillaume Budé. Menciono su adquisición porque esos breves poemas, en su concisión maravillosa y penetrante, fueron siempre estímulo y ejemplo para mí. De: Historial de un libro, 1958 |