Mujercitas de Louisa May Alcott
- ¿Quiénes son tus héroes? -preguntó Jo. - Mi abuelo y Napoleón. - ¿Qué dama te parece más hermosa? - preguntó Sallie. - Margaret. - ¿A cuál prefieres? - inquirió Fred. - A Jo, por supuesto. |
Mujercitas de Louisa May Alcott
- ¿Quiénes son tus héroes? -preguntó Jo. - Mi abuelo y Napoleón. - ¿Qué dama te parece más hermosa? - preguntó Sallie. - Margaret. - ¿A cuál prefieres? - inquirió Fred. - A Jo, por supuesto. |
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Lo mejor que le puede ocurrir a una mujer es encontrar a un buen hombre que la ame y la elija, y confío en que mis hijas conozcan esa dicha. Meg, es normal que pienses en ello; tienes derecho a albergar esperanzas y a desearlo, pero debes prepararte para que, cuando ese momento afortunado llegue, sepas cumplir con tus obligaciones y disfrutes de la experiencia.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Al hablar de tu padre he recordado cuánto le echo de menos, lo mucho que le debo y cuánto me he de esmerar para que sus pequeñas estén a salvo y bien para cuando él vuelva.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Cuando monto en cólera, soy incapaz de dominarme. Estoy tan fuera de mí que podría hacer daño a cualquiera y disfrutar con ello. Me asusta que algún día pueda cometer un acto terrible que destroce mi vida y haga que todo el mundo me odie.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
¡Todo es culpa de mi mal carácter! Intento superarlo pero, cuando creo que lo he logrado, reaparece con más fuerza que nunca.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
El libro de Jo no sólo tenía valor para ella, toda la familia lo veía como un proyecto literario prometedor. Contenía apenas media docena de cuentos, pero Jo había trabajado con dedicación y paciencia en ellos y había puesto el alma en cada uno, con la esperanza de que algún día llegasen a publicarse.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
El talento y la bondad nunca pasan inadvertidos y, aunque así fuera, la conciencia de tenerlos y hacer buen uso de ellos debería bastar. Las virtudes quedan ensalzadas por la modestia.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
¡Que me muera ahora mismo si esto no es lo más increíble que he visto en mi vida! El piano la ha trastornado. En su sano juicio, nunca se hubiese atrevido
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Mujercitas de Louisa May Alcott
¡Nunca he conocido a una chica como tú! Te hacen un cumplido y ni siquiera te das cuenta.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Ahí está, pensó Jo. ¡Pobre mucacho! ¡Solo y enfermo en un día tan sombrío! ¡Qué pena! Le arrojaré una bola de nieve a la ventana para que me mire y, entonces, le diré algo amable.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
... más vale ser solteronas felices que no esposas desgraciadas, muchachas atrevidas de esas que corren en busca de maridos.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Si los Lawrences hubieran sido envarados y presuntuosos, Jo no se hubiese entendido con ellos, porque esa clase de personas le hacía sentirse tímida y torpe, pero hallándolos francos y llanos, se mostró tal cual era, y causó buena impresión.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
—¿Por qué preocuparme por estar bonita, cuando solo me ven esos cuatro críos rabiosos, y a nadie le importa que yo sea guapa o fea? —murmuró cerrando de golpe su cajón—. tendré que luchar y trabajar todos los días de mi vida, con solo algunos ratos de diversión de vez en cuando, y así me haré vieja y además gruñona y fea. Todo porque soy pobre y no puedo disfrutar como otras de la vida. Es injusto.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
en aquellos aciagos tiempos, pocas eran las cartas que no tuvieran la virtud de conmover a quienes las leían, especialmente a las esposas e hijos que recibían noticias de sus compañeros o padres que luchaban en el frente.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Detesto pensar que debo crecer y ser la «señorita March» y llevar faldas largas. Ya es bastante desagradable ser chica, cuando lo que me gustan son las maneras, los juegos y los modales de los chicos. No puedo conformarme con haber nacido mujer, y ahora más que nunca, pues quisieran luchar al lado de papá y sin embargo me veo obligada a permanecer en casa haciendo calceta como una vieja.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Yo sospecho que lo que en verdad le gustaba de aquel trabajo era la enorme y bien surtida biblioteca, que era pasto del polvo y las arañas desde la muerte del tío March.
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Mujercitas de Louisa May Alcott
Debe de ser maravilloso que te inviten a cenar y te regalen ramos de flores, ir a fiestas, volver a casa en carruaje y, al llegar, leer un rato y descansar, sin tener que pensar en trabajar. Algunas jóvenes llevan esa vida, y yo las envidio. ¡El lujo me atrae tanto!
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Mujercitas de Louisa May Alcott
No creo que las jóvenes de la alta sociedad lo pasen mejor que nosotras, a pesar del cabello chamuscado, los vestidos viejos, los guantes desparejados y los zapatos pequeños que hacen que las que son tan tontas como para ponérselos se tuerzan el tobillo
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¿Cuál es el órgano que trasplantan a Cora?