Hombrecitos de Louisa May Alcott
No es que fuera muy guapa, pero tenía una expresión alegre, como si no hubiera llegado a olvidar las actitudes y las costumbres de la infancia, y lo mismo en la voz y en los ademanes. Estos detalles tan difíciles de explicar y sin embargo tan evidentes hacían de ella una persona estupenda y cercana con la que era fácil entenderse, una persona «genial», como decían los chicos.
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