Un susurro en la oscuridad de Louisa May Alcott
Este irresistible impulso me llevó a acercarme, y me animó a levantar la colcha y mirar debajo - ¡un solo vistazo! -, tras lo cual, con un grito de pánico como el que rasgara el silencio de la noche, hui a toda prisa de allí: pues el rostro que vi era una cadavérica réplica del mío.
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