Esta herida llena de peces de Lorena Salazar Masso
Mi niño y el niño de Gina, un río pequeño que ella no alimentó y tuvo que llenarse conmigo, agua de lluvia. Entre ellos —madre y niño— hay un pedazo de tierra pantanosa con huecos como los que dejan las dragas después de llevarse el oro. La lluvia no alcanza a llenarlos, el daño es irreversible; por más que ella quiera hacer algo, no puedo curarla de la ausencia, de las palabras no dichas. Yo soy la mamá: yo le canté, le di de comer, le limpié los oídos. También le enseñé a ser un buen niño. Quizás lo único que he hecho todo este tiempo es prepararlo para que perdone a su madre. He sido el puente sobre el pantano que atravesarán juntos hasta llegar al río. Ya no me necesitan. Dentro de poco, madre y niño nadarán solos, sin mí.
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