Anna Karenina de León Tolstoi
Pero mientras se decía que había de marchar, reconocía en su interior que no era posible, porque no podía dejar de considerarme su esposo, no podía, sobre todo, dejar de amarle.
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Anna Karenina de León Tolstoi
Pero mientras se decía que había de marchar, reconocía en su interior que no era posible, porque no podía dejar de considerarme su esposo, no podía, sobre todo, dejar de amarle.
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