Anna Karenina de León Tolstoi
Cuando vio todos esos objetos, dudó por un momento de la posibilidad de organizar esa vida nueva en la que había estado soñando por el camino. Era como si esos vestigios de su vida pasada le cercaran y le dijeran: «No, no te escaparás de nosotros, no te convertirás en otra persona. Seguirás siendo el de siempre, con tus dudas, tu eterno descontento de ti mismo, tus vanas tentativas de enmienda, tus caídas y esa ansia perpetua de alcanzar una felicidad de la que jamás has gozado y que te está vedada».
|