Anna Karenina de León Tolstoi
Las reglas determinaban con toda precisión que había que pagar a los tramposos, pero no a los sastres; que no se debía mentir a los hombres, pero sí a las mujeres; que no se debía engañar a nadie, excepto a los maridos; que no se debían perdonar las ofensas, pero que se podía ofender a los demás, etcétera.
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