El perfume de las flores de noche de Leila Slimani
Pienso a menudo que debería agradecer a mi padre que se muriera. Al desaparecer, al borrarse de mi vida, abrió unos caminos, que, sin duda, jamás me habría atrevido a recorrer en su presencia. Es un pensamiento vergonzoso, triste, pero con el paso de los años soy más consciente de que encierra una verdad. Mi padre era un obstáculo. O peor todavía, mi propio destino implicaba su desaparición.
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