Infernales de
Laura Ramos
Al poco tiempo del regreso de la escuela, Charlotte retomó la práctica de María de reunir a los hermanos en la nursery para leerles los periódicos, pero cuando llegaron las heladas su fortín se estableció alrededor de la lumbre de la cocina. El fuego, avivado hasta alcanzar unas llamas crepitantes que iluminaban sus rostros, el aroma de la fruta horneada, los cuentos de la tradición oral de Irlanda de su padre y los del folklore de Yorkshire de Tabby, las correrías por el páramo brindaron a los niños una felicidad hogareña que Charlotte describió en su poema “En retrospectiva”, de 1835: “Tejimos un tejido en nuestra infancia/ un tejido de aire soleado./ Cavamos una fuente en nuestra niñez/ de agua pura y dulce...”