Animalitos de dios de LÁZARO COVADLO
Los argumentos del profesor, cuyas lógicas se oponían, bifurcaban y entrelazaban, acababan confluyendo, enmarañados, en la incontestable certeza que proclamaba a su marido como el primero y único historiador verdadero sobre quienes lo precedieron: meros lenguaraces e improvisadores
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