Los cuatro vientos de Kristin Hannah
Elsa no pudo ni llorar. Llevaba tantos años con el corazón roto que el dolor le resultaba tan natural como el color de su pelo ahora le ve curva de su espina dorsal. En algunas ocasiones era la lente a través de la cual veía el mundo; en otras, una venda en los ojos que se ponía para no ver. Pero siempre estaba ahí. |