Nunca me abandones de Kazuo Ishiguro
Y lo que hacía posible estos encuentros íntimos -e incluso la amistad misma en aquellos días- era el entendimiento mutuo de que todo lo que nos dijéramos en estos momentos iba a ser tratado con el mayor de los respetos, de que jamás traicionaríamos nuestras confidencias, y de que por mucho que nos peleáramos nunca utilizaríamos en contra de la otra nada de lo que hubiéramos podido decir en esas charlas.
|